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\section{PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA}  La transición demográfica y epidemiológica en nuestro país ha puesto en evidencia el daño en términos de muerte y enfermedad debido a eventos relacionado a las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT). Las causas relacionadas a las ECNT son los inadecuados estilos de vida, tales como los hábitos alimentarios inadecuados, que derivan en obesidad.  Actualmente la obesidad es uno de los principales problemas de salud a nivel mundial(1).   La obesidad como patología propiamente y como factor de riesgo en enfermedades crónicas toma una especial relevancia debido a las diversas enfermedades que produce tales como las enfermedades cerebrovasculares y cardiovasculares. En este contexto la carga de enfermedad elevada es otra de las consecuencias de la presencia cada vez más frecuente de la obesidad en nuestro medio, generando altos costos de oportunidad para el paciente y sobretodo los altos costos evitables para la familia y el estado.   Por otro lado la depresión es una enfermedad frecuente y en su forma más grave puede conducir al suicidio. La depresión puede limitar la capacidad para afrontar la vida diaria denotándose en el bajo desempeño del individuo en sus actividades en general.   Muchas enfermedades crónicas se encuentran asociadas a un diagnóstico de depresión no diagnosticado, por lo que la prevalencia oculta de esta enfermedad agrava las condiciones del paciente en especial de los que viven en situación de pobreza, debido a su limitado acceso a la atención especializada, el cual no es cubierto por los servicios de salud públicos.   En este contexto la obesidad y la depresión por separado son un importante problema de salud pública, los datos epidemiológicos sugieren que una posible asociación entre la obesidad y la depresión podrían incrementar el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas en comparación al efecto individual de cada uno (2), de manera que podría influir negativamente en la recuperación del paciente obeso y en general del paciente con enfermedad crónica, condicionándolos a una situación de fracaso y/o abandono al tratamiento, así como la recurrencia de la enfermedad y al desarrollo de las enfermedades cerebrovasculares y cardiovasculares. Esta asociación podría además agravar cualquier estado mórbido y deteriorar la calidad de vida del paciente, su entorno familiar y comunidad.