es la constante de Planck reducida. Este principio tiene profundas implicaciones en el vacío cuántico. Implica que incluso en el vacío, donde no hay partículas “reales” en términos de la mecánica clásica, existen fluctuaciones inherentes en los campos cuánticos. Estas fluctuaciones son el resultado de la naturaleza fundamentalmente indeterminada de la mecánica cuántica, como lo describe Heisenberg.
Estas fluctuaciones del vacío, aunque imperceptibles a escala macroscópica, son cruciales para la comprensión de los fenómenos cuánticos, y están en el corazón de muchos procesos físicos, desde la interacción de partículas fundamentales hasta la emisión de radiación en sistemas cuánticos [5].
La comprensión de las fluctuaciones cuánticas del vacío es, por lo tanto, no solo un triunfo teórico de la física moderna, sino también un componente esencial en la búsqueda de una comprensión más completa del universo. Estas fluctuaciones, lejos de ser meras abstracciones, tienen implicaciones directas en la tecnología, la cosmología y nuestra comprensión general de las leyes que gobiernan el universo a la escala más fundamental.