Por Alexander Quiñones Moncaleano
Las últimas declaraciones del Ministro de Hacienda, han levantado una indignación que crece cada que las horas pasan. Los colombianos han salido a renegar de todas las medidas de Hacienda que se propone hacer en los próximos cuatro años. Medidas que afectan de manera profunda en la calidad de vida que tendrán que llevar en adelante. Van a tener que declarar renta los colombianos que ganen más de dos salarios mínimos, se gravará toda la canasta familiar, el desmonte de los subsidios que tienen los estratos 1 y 2 y los que tienen jóvenes y adultos mayores y el aumento del salario mínimo pero que va a beneficiar a los fondos de pensión porque lo que se subirá son las cesantías y parafiscales, ampliando las tarifas de muchos asuntos como multas, impuestos, valorización predial y un largo etcétera, que golpeará la economía sobre manera de los que menos tienen y nos seguirá manteniendo en los peores puestos de desigualdad y pobreza del planeta.
Los Uribistas, los diez millones de colombianos que salieron a votar por el candidato de la ultraderecha Iván Duque han salido a lanzar fuertes críticas, en redes sociales y en las calles, pidiendo hasta la devolución de su voto. No es para menos porque en los próximos años toda la clase media y la clase baja, van a tener que reducir el consumo y el ahorro. Porque de alguna manera tendrán que ajustar el gasto para poder pagar el los impuestos que en nada podrán ayudar el flujo de dinero en un país con tantas necesidades y sin posibilidades de prosperar. donde la concentración del capital está en manos del uno por ciento de l población y cada vez la pobreza y desigualdad crece. Los señores de hacienda quieren con eufemismos tranquilizar a los colombianos, donde ya no son pobres sino no ricos.
La población está despertando, aunque quizá demasiado tarde, arrepentida de haber votado por el candidato que ayer de manera profunda sobre cómo perjudica el IVA del diecinueve por ciento que dejó Juan Manuel Santos al grueso de la población y a los pequeños comerciantes. Y hoy les grava la canasta familiar completa, anulando promesas de campaña que lo llevaron a la Casa de Nariño. Siguiendo la tradición de todos los gobiernos de derechas que nos han gobernado, el último grabó en mármol la promesa de no subir impuestos.
Colombia es un país caracterizado por la somnolencia de su sociedad civil. Una sociedad pasiva y apática, que poco exige a sus gobernantes. Un país que ha permitido que año tras años se roben, según cifras oficiales, que siempre se quedan cortas, cincuenta billones de pesos, dinero que queda en manos de unos pocos y la sociedad sigue sin salud, sin educación, sin infraestructura, sin empleo, y sin un horizonte de posibilidades que de cuenta de un cambio real.
Una sociedad que ni siquiera ha sabido o podido exigir que personas como Carrasquilla sean nombrados con puestos tan importantes para un país cuando ha estado involucrado en escándalos en paraísos fiscales: "El exministro Carrasquilla aparece desde 2011 como accionista con un 33 por ciento de la sociedad panameña Navemby Invesments Group INC", afirma el portal Connectas, socio en Colombia de la investigación realizada por más de un centenar de medios de todo el mundo junto al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ). Cómo es posible que un hombre que evade impuestos ahora venga a imponer a una sociedad cada vez más vulnerable una carga impositiva insostenible en el tiempo. Eso solo lo acepta una sociedad apática y cada vez más esclava y sumida en círculo vicioso. Más oprimida y menos educada, sin crítica para hacer frente a sus verdugos; y ellos cada vez más ricos y con toda la fuerza económica, militar y conocimiento para seguir apretando la cadena. Estamos dando pasos hacia caminos de inclusión pero aún nos falta más construcción de tejido social para que podamos hacernos dueños de nuestro país. Acabamos de perder una oportunidad única con un líder que tenía un plan de gobierno tan bueno que lo apoyaron grandes pensadores y economistas de talla mundial como el economista francés Thomas Pikety y el filósofo esloveno Slavoj Žižek.
Ahora nos toca conformarnos con la queja de diez millones de imbéciles que votaron engañados y con susto de volvernos una Venezuela, como si nosotros fuéramos parte de la liga nórdica. Los líderes de derechas se inventaron un fantasma que cobró tanta fuerza que personas que viven con menos de un dólar, sin salud, sin empleo, sin educación, sin vivienda, salieron a votar por el que dijo Uribe, dado que el fantasma del CastroChavismo creció de tal manera que se llevaron la victoria de manera contundente.
¿hay algo por hacer? En definitiva sí, siempre hay muchas cosas por hacer y la primera es hacer conciencia del mal que le ha venido haciendo la derecha tradicional al país durante los últimos docientos años. Cuántas promesas incumplidas, cuánto detrimento al erario, el crecimiento de la corrupción. No es que la izquierda nos vaya a salvar, pero la oposición a un gobierno como el de Gustavo Petro siempre será más fácil que a un gobierno amañado como el que tiene Álvaro Uribe Vélez. Pero ese hacer conciencia tiene como primer principio no olvidar todo el daño que vienen haciendo y el que van a hacer.
No le podemos creer a personajes como Roberto Ángulo, por más abolengo y títulos que tenga, que es necesario gravar a toda la sociedad, para poder rescatar al país de la pobreza que está. Uno lee su defensa al gobierno de turno y lo más que puede pensar: ¿qué estará recibiendo a cambio?