El negocio se extendió por las sábanas de Sucre y Bolívar, en especial en la región de Los Montes de María, Sincelejo y Magangué. 
Desde finales de los ochenta se conocían historias sobre ella. En Magangué se hablaba con horror y reverencia porque era una experta en negocios propios de hombres a orillas de este puerto bolivarense, que vivía una difícil época de inseguridad por el secuestro y la extorsión que ejercía la guerrilla desde Los Montes de María. 
El negocio de apuestas El Gato creció tan rápido, que en Magangué y Bolívar comenzó el mito de que Gilberto Rodríguez Gacha, alias ‘El Mexicano', había sido amigo y socio de La Gata y en su desesperada huida antes de caer muerto en una persecución del Bloque de Búsqueda en el Golfo de Morrosquillo, entre Sincelejo y Tolú, le había dejado unas canecas llenas de dólares; algo que ella ha negado en varias entrevistas. 
En Magangué y Cartagena, cuando la capturaron, la gente de los barrios pobres y centenares de vendedores de chance y gentes del mercado, marcharon y protestaron durante varios días por su captura.
Una vez legalizada la empresa del chance sus ventas superaban a las loterías departamentales, controladasentonces por los partidos políticos tradicionales como feudos. Las loterías públicas, en manos de representantes de liberales y conservadores, se arruinaron, a tal punto que  la lotería de Sucre, La Sabanera,  ha sido liquidada dos veces en menos de cinco años, Bolívar, Córdoba, Atlántico y Libertador en el Magdalena, desaparecieron  agobiadas por sus deudas y pasivos laborales. 
Tras varias décadas de ilegalidad, a finales de 1990, el Congreso de la República aprobó una ley que obligaba a entregar el negocio del chance a través de licitación pública, previos estudios de mercado para determinar el volumen de ventas, gastos y saber qué utilidades dejaba para fijarle a las empresas concesionarias del chance un impuesto fijo para otorgarles los contratos por cinco años. 
Fue así como en 1999, en todos los departamentos comenzaron a aglutinarse las distintas empresas que vendían apuestas. En Atlántico, el departamento de mayor volumen de ventas, existían en ese año 28 casas de apuestas permanentes. Cada una tenía autorización para sacar talonarios y la fuerza de ventas la daba el mayor número de promotores. Meses antes de que se definieran los términos de la licitación, las distintas casas de apuestas se declararon la guerra vendiendo por debajo del precio aprobado, prometiendo mayores premios a los apostadores y comisiones más altas a los vendedores. 
La promotora de esta competencia desleal, dijeron en ese entonces los apostadores en el Atlántico, fue la astuta Gata, que en ese entonces sólo tenía negocio en Bolívar y Sucre.  Pero ante la legalización del negocio y con su poderío económico, entró en Barranquilla pisando fuerte.
El paso siguiente fue presionar a una unión y conformar una unión temporal, en la que entraron venticinco casas de apuestas que hoy tienen un total de 70 socios. La Unión Temporal Uniapuestas ganó la licitación durante la gobernación de Rodolfo Espinosa Meola, oriundo de Magangué, paisano de la criminal coondenada Enilce López.
 
En Bolívar, la convocatoria a una licitación también fue traumática, porque ella había hecho un pacto con su compadre Jesús María Villalobos, 'El Perro', el vendedor de apuestas más viejo de la costa, para repartirse el mercado: ella de los Montes de María hacia el sur y él hacía el norte hasta Cartagena. Pero La Gata no estaba conforme y quería más, quería el control total. Y se metió en los terrenos de 'El Perro' financiando campañas políticas para después cobrar el favor.
Enilce López llevaba tres décadas como dueña y señora de las apuestas y la mafia en la costa atlantica, hasta que cayó en manos de la justicia que por lo que sabemos la DEA también tuvo que ver en su detención y condenas, pues además de lavar activos, eran conocidos sus nexos con el narcotráfico. Sea como fuere hoy el país está en alerta y pide que la justicia no sea puesta en jaque por parte de las mafias y seguir enviandole un mensaje infortunado a la sociedad civil: la Justicia está en secuestrada y los carteles al interior de ella la están devorando desde dentro. Enilce López es otra prueba más que debe superar la institucionalidad en Colombia.