No obstante, las personas constantemente están tomando decisiones, en el día a día, autorregulándose con base a determinadas metas o criterios. Por ejemplo, - Hoy voy a salir con la chica que me gusta, y debo verme bien para impresionarla-, hay una serie de metas y criterios implicados en esta acción. Impresionarla, vestirse “bien”. Este proceso se realiza de forma automática en la cabeza del sujeto; ciertos procesos de regulación se vuelven automáticos dado el nivel de experticia que se tenga de la acción (Mateos, 2002). Son decisiones “relativamente sencillas”, y de una ejecución rápida; al contrario, por ejemplo, decidir qué proyecto realizar como tesis de grado. A diferencia del “que ponerme”, que solo implica decir el atuendo de un día, seleccionar un tema de grado implica que toca trabajar en eso durante todo un año.